lunes, 18 de mayo de 2009

POR TIERRAS DE MONCAYO



Este fin de semana tenía pensado hacer muchas cosas, bueno en un principio solamente el subir a Moncayo el domingo, pero ya se sabe, haces planes y te salen rosarios, que se le va hacer.
Eso sí me he quitado una gran espina que llevaba clavada y que se me hacía muy difícil sacarla. Así pues y aprobechando que Luis, el violinista, cantante de los Cadieros me había invitado a dormir a Los Fayos, me armé de corage y me dije, una u otra vez tendrá que ser. Nada que me pille fiesta el sábado y el domingo y para tierras de Moncayo que nos fuimos.
Dos días en Casa Cadena, una casa de turismo rural de su madre que os recominedo que la veáis en http://www.casacadenarural.com/
El sábado llegamos a Los Fayos, lo primero nada más llegar, toda gente que me veía, se alegraba y me preguntaba el por qué de tanto tiempo sir ir por allí. Joder, pues ver que se está espaldando la casa de los abuelos, no os parece bastante?, verla sin el pino, con la placeta llena de tierra y sin verse las piedras que la forman, sin el pequeño jardín. Una pena.
Comimos y con dos cojones, nos fuimos a ver todo. Subía a la puerta de casa, eso sí me eché a llorar, pero lo tenía que hacer. Fuí al Plano, y al Rio Chico, y al Soto, y a los olivos y a la segunda central y visité la ermita de San Benito, que por cierto la imagen de la peana la han dejado de pena. De una puta vez he visitido todo.
Hablé con Julio el Coronas padre, y con todos sus hijos menos con el Clemen, vía al Petate, ahora que está de sacristan, cuando antes no pisaba la iglesia ni en las bodas, me largó una bronca del diez, ya que las mujeres estaban rezando el rosario, y al aparecer por la puerta, dejaron todas los rezos para venir a saludarme. A Mariano y u mujer, a la Itos, bueno a todo el pueblo, hablé y me desahogué.
Después subimos por el cerro a Vozmediano, y al nacedero del Queiles, y en Vozmediano me enseñaron la casa en donde nació mi abuela. De camino a Moncayo, tomamos una cerveza en Agramonte y ya bajamos ha San Martín y paramos en la Valluenga.
A la tarde casi no me dejan ir a cenar a casa, todos querían que cenase o tomase algo con ellos, así que al ir a casa, ya medio tajao entre vinos y birritas.
La cena guapa y risas, luego charrada y salimos a ver las estrellas con el violín, lástima que en la puerta de casa de los abuelos han puesto una farola, pero nos bajamos al camino de la Turiaso y allí, cantamos, bebimos como si hubiese sido en un botellón y se nos hicieron las 5. Con esa trasnochada y con el cuerpo jotero quien se levanta para subir a Moncayo?, pues nosotros no. La montaña siempre está allí y yo necesitaba algo más.
Ayer domingo visité a los abuelos en el cementerio comí y me volví muy, que muy bien a Zaragoza, con algo de pesar, pero con una gran espina desclavada.
Bueno esta semana a trabajar un poquito, y ya veremos que la vida sigue y hay que ir a resacar.
Salú Ta TOZ

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