viernes, 17 de abril de 2009

EN EL REINO DE LOS MALLOS

Éstos dos días de fiesta que he tenido, he estado en el territorio que se llama "El Reino de los Mallos", en la Hoya de Huesca. Más exactamente he estado en Santolaria, en Casa Roque, la casa de los antepasados de Asun.
Llegamos el miércoles por la mañana, en el camino mogollón de agua, los sembraos como nunca, si no se tuerce este año habrá cosechón.
La casa es una típica casa fuerte de pueblo, no sé cuanto tendrá pero más de 500 metros cuadrados seguro, lo único es que está hecha polvo, salvo unas pocas estancias que se han rehabilitado y se usan de casa de turismo rural, por cierto con muy buen gusto. Tenían cuadras de varios tipos, prensas, alcobas por doquier, cocina típica con hogar central y cadieras a los lados, galería-terraza, patio, huerto, fuente, y no sé cuantas cosas más. Ahora allí vive un primo y el fantasma del embalse de Biscarrués. Que estos políticos de mal agüero y pantaneros quieren resucitar nuevamente. Por qué no poner uno en medio de Ejea, o al lado de la Masía de Biel o Boné, bueno mejor que al lado, que le jodan toda la finca a ver que pasa.
Santolaria es un pequeño pueblo en el que solamente viven unas 20 personas en invierno, pero que por lo que he visto se está rehalitando muy bien y tradicionalmente. Teniendo como fondo los Mallos de Riglos y a sus pies el Rio Gállego, por eso se dicen que son de la Galliguera.
El primer día por la mañana visité el pueblo, por cierto que luego me vengan los euskaldunes diciendo que el auburu es un símbolo vasco, pues en varios arcos está en este pueblo y de vascos no tienen nada. Comida, y ya empezó a llover, bueno a tronar con granizo y todo. Pequeña siesta, y que joder ya que se sale, pues vamos a patear que para eso se fué. Así que cogimos el coche y camino a Sarsamarcuello.
En Sarsamarcuello subimos algo por una pista hacia el Castillo y de allí andando hasta el mirador de los buitres. Durante la excursión se veían como venían las nubes de tronada, y zas, chaparrón de agua y nieve.
Desde lo alto se ve toda la Hoya de Huesca, el Pantano de la Sotonera, los montes de Zuera, Moncayo, e incluso los montes de mi pueblo, eso sí en primer plano y por encima de ellos los Mallos, imponentes y rojizos. El mirador es de priedra y enfrente están una colonia de buitres que no se puede a simple vista decir cuantos nidos puede haber. Durante más de veinte minutos tronando y nevando, todo blanco en un momento pero después la lluvia se lo llevó.
El castillo está muy deteriorado salvo dos estancias, pero precioso. Ya eran las 8, y había que volver a Santolaria.
Allí unas cervezas en el bar Pili, el único del pueblo, una charrada con gente del lugar y amigos de Ricardo y a casa ha cenar en la macrococina.
El jueves amaneció como el día anterior amenazando tormenta, así que de primeras nos dirigimos hacia el pantano de la Peña, y así ver como bajaba el Gallego, desbordado, este año no sé si podrán hacer las nabatas la semana que viene, ya que todas las piedras están cubiertas y es un gran peligro.
Dicen que están soltando el pantano, y que remedio les queda, ya que está hasta los topes y recibiendo agua a mansalva.
Del pantano, parecía que escampaba, así que una de las excursiones previstas era subir al Pusilibro, el pico más alto de la redolada.
Se sube desde el Castillo de Loarre, de allí se coge un camino que sale desde el aparcamiento, y va ascendiendo entre un pinar hasta llegar a una cresta que llega al collado, y luego otra fuerte subida, para bajar por el camino de Rasal.
Empezamos a subir a buen ritmo, cruzando en bosque, en el que aún quedaba algo de nieve en los pacos, ya en la cresta, Asún metió la directa, yo iba detrás y me decía a donde irá tan corriendo, hasta que se empezó a echar un poco de niebla y a traer nubes negras. De repente se paró y con cara de espanto, dijo que no seguía, que no, pero chica, que no es nada que es normal esto en montaña, pues nada, que no hubo manera de bajarla del burro y no subía más y eso que nos quedaban solo 5 minutos escasos para llegar al collado y poder coger el camino de Rasal. Así que media vuelta y para abajo. Eso sí en lugar de bajar por el mismo lado, cogimos la pista, y fuimos hasta el camino natural de bajada. Cruzamos unas praderas y un pequeño bosque de buchos y comimos encima del Castillo, en las peñas que hay enfrente. Nada más terminar y llegar al coche, otra vez a tronar.
Así pues hacia Zaragoza y a las 5 ya estábamos en el pabellón S. XXI, haciendo lo mejor que se podía hacer, osease, metiendonos un bañito que me dejó de p. m.
Nada hoy otra vez al tajo y a empezar semana.
El lunes, será Lunes de Cuasimodo, por lo que hay que ir a Albalate y subir al Santuario, pasarlo bien, dar gracias, y meternos entre pecho y espalda unas judías, y lo que venga bien
Bueno salú, y a los que no podáis venir el lunes, tened en cuenta que me acordaré de vosotros.

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